La auditoria externa: más allá del imperativo legal VERSUS auditoría voluntaria
Cada vez más, la auditoría externa de los estados financieros va más allá del imperativo legal, cuyo incumplimiento supone la comisión de infracciones sancionables.
El mayor número de auditorías externas corresponde a sociedades que están obligadas a auditar sus cuentas anuales: empresas cotizadas, compañías emisoras de oferta pública, empresas de intermediación financiera, determinadas ramas de seguros, aquéllas que reciban subvenciones o ayudas superiores a 600.000 euros o realicen contratos públicos por valor mayor a 600.000 euros, cuando éstos representen más del 50% de su cifra de negocio. Asimismo, las sociedades que no reúnan los requisitos para poder presentar balance abreviado, o las que vayan a realizar ciertas operaciones societarias.
Tanto para las empresas obligadas a auditarse como para las que voluntariamente deciden hacerlo, la auditoría externa genera ventajas muy diversas, cada vez más valoradas. Esto es así por lo que aporta como herramienta de gestión.
La revisión de los estados contables por parte de un auditor, repercute positivamente en muy diversos agentes y protege los intereses de aquellos que tienen relaciones más o menos directas con la sociedad auditada.
Las conclusiones de la auditoría externa permiten y ayudan a los socios y accionistas a tomar decisiones que son de su competencia. Además, el hecho de que se auditen las cuentas protege especialmente a los socios minoritarios.
Los administradores tienen en la auditoría un instrumento más para adecuar los mejores criterios de gestión, ya que el auditor no sólo detecta las deficiencias sino que adicionalmente, sugiere recomendaciones de subsanación y posibles mejoras. Este hecho adquiere especial relevancia en aquellas empresas que por su tamaño u organización no disponen de departamento de auditoría interna.
Los potenciales inversores obtienen de la auditoría externa una opinión objetiva, realista y con un mayor grado de fiabilidad sobre los datos económicos de la empresa y sobre su capacidad y solvencia.
Igualmente para las entidades de crédito es de suma importancia que los estados financieros de una empresa hayan sido auditados. Es motivo frecuente para contratar una auditoría el hecho de auditar las cuentas con el objeto de presentarlas a las entidades financieras.
En tiempos de dificultades económicas y financieras como las actuales, también para los acreedores y proveedores, el hecho de que las cuentas anuales hayan sido auditados les permite tener confianza en aquellas empresas con las que van a realizar transacciones. En la medida en que las transacciones sean significativas la evolución de su negocio va unida al grado de respuesta con que dichas empresas sean capaces de atender a los pagos acordados.
Cuando los clientes fieles o potenciales tienen que elegir con quién contratan un servicio o un suministro además de valorar factores como precio o calidad, también tienen en cuenta la capacidad de una empresa para garantizar el cumplimiento de lo contratado, la continuidad del negocio en el tiempo, etc. En este sentido, prefieren indudablemente unas cuentas anuales que hayan sido auditadas.
También muchas entidades auditan sus cuentas por la credibilidad que aporta ante terceros. Es el caso de asociaciones, entidades sin ánimo de lucro, etc. Para este tipo de organizaciones es de vital importancia su imagen pública, y el hecho de que las cuentas hayan sido revisadas por un profesional independiente se vuelve fundamental.
Los empleados son, además de trabajadores que prestan servicio en una empresa, personas cuya situación laboral y económica está en general ligada a la evolución de la empresa para la que trabajan. Para éstos y para los que en un momento determinado valoren el iniciar una andadura profesional en una determinada empresa, las cuentas anuales auditadas les permiten conocer, con la opinión de un experto independiente, la situación financiera y patrimonial de la empresa.
Las empresas familiares, aún cuando no cumplan los requisitos para tener que auditarse obligatoriamente, muchas veces lo hacen voluntariamente porque una auditoría contribuye enormemente a generar confianza entre los miembros. Otra ventaja es que contribuyen a evitar confusiones entre el patrimonio empresarial y los patrimonios particulares. En definitiva, colabora en la prevención y solución de muchos problemas.
Algunas sociedades, en previsión de que en años próximos tendrán que auditarse de forma obligatoria, deciden anticiparse y auditarse voluntariamente para subsanar cualquier deficiencia e intentar que en lo sucesivo las cuentas estén libres de errores significativos y la opinión del auditor sea favorable.
Por todos estos motivos cada vez es más positiva la visión que desde muchos ámbitos se tiene de los auditores. Y se valora crecientemente el beneficio que aporta a muy diversos agentes y por extensión a la sociedad en general.
Fuente: Instituto de Crédito Oficial.