¿Qué es una auditoria interna?
La auditoría interna no fue una actividad habitual en nuestro país hasta entrada la década de los setenta. Hasta entonces sólo las empresas extranjeras establecidas en España y que debían cumplir con una legislación más estricta en sus países de origen, requerían de este tipo de prestaciones, y para ello contaban con empresas de auditoría internacionales que se establecían en nuestro país para darles servicio. Poco después, algunas empresas españolas empezaron a solicitar servicios de auditoría, pero sólo en determinadas situaciones como la compraventa de sociedades, la concesión de créditos bancarios o por exigencia de sus accionistas.
Desde entonces, y de manera progresiva, la actividad de auditoría ha ido adquiriendo un papel fundamental en el tejido empresarial de nuestro país, y se ha convertido en un servicio indispensable para todas aquellas entidades que deseen aportar transparencia y credibilidad a su información financiera y contable, y pretendan además proyectarse en el mercado nacional e internacional a través de una imagen solvente y fiable. En la actualidad, debido a la incertidumbre con la que fluctúan los mercados y la inseguridad con que se desarrolla la actividad económica y empresarial, tanto en nuestro país como en el ámbito internacional, muchas empresas han comprendido la importancia de incorporar la auditoría interna en su actividad empresarial.
El Instituto de Auditores Internos define la auditoría interna, como a una actividad independiente y objetiva de aseguramiento y consulta, que tiene como finalidad agregar valor y mejorar las operaciones de una entidad. La auditoría interna ayuda a la entidad a cumplir sus objetivos aportando un enfoque sistemático y disciplinado para evaluar y mejorar la eficacia de los procesos de gestión de riesgos, control y gobierno. Esta actividad la desarrollan auditores profesionales debidamente inscritos en el Registro Oficial de Auditores de Cuentas (ROAC).
Teniendo en cuenta esta definición, la auditoría interna debe valorar hasta qué punto la dirección de la empresa, las operaciones realizadas y los sistemas informáticos adoptados se exponen al riesgo en relación a:
- La eficiencia y eficacia de las operaciones.
- La fiabilidad e integridad de la información financiera y operativa.
- La protección de los activos.
- El cumplimiento de la legalidad vigente, las regulaciones y los contratos.
Tras realizar una evaluación de los riesgos, los auditores internos estudian los resultados para valorar si éstos son detectados y gestionados de manera correcta y eficaz en las áreas anteriormente mencionadas. Además también revisan otros factores de la empresa, como la ética con la que actúa la organización, los elementos de gestión, y la forma en la que se comunica la información vinculada a riesgos y controles dentro de la empresa, todo ello con el objetivo de procurar una dirección lo más eficaz y productiva para la entidad auditada.
Otro de los objetivos principales de los auditores internos es el de proponer mejoras y asesorar en aquéllas áreas donde, a través de su trabajo, detecten oportunidades o por el contrario deficiencias. Si bien es la dirección de la empresa la que se responsabiliza del control interno, es a su vez la auditoría interna la que le reporta la garantía de que el control interno resulte eficaz y se desarrolle adecuadamente cumpliendo con las expectativas con las que se planteó inicialmente.
Así pues, la auditoría interna es una ayuda inestimable para la dirección de la empresa, y la intervención de los auditores profesionales aporta a su vez un incremento de valor y garantía en los procesos del control interno, la gestión de los riesgos y la dirección de la empresa, además de proporcionar también la mejora de otros aspectos del ámbito laboral, de proveedores financieros y accionistas.