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La finalidad de toda sociedad es la de obtener beneficios, es decir, que los obtengan sus socios. El proceso ordinario para ello es el reparto de dividendos, pero es posible que existan opciones alternativas al reparto de dividendos, que nos den una mejor rentabilidad financiero-fiscal.

Es posible que nos encontremos con una empresa que su capital social exceda las necesidades operativas de la misma, un supuesto de capitalización. Es entonces cuando, en vez de seguir con una política de dividendos a los socios (tributando como rendimientos del capital mobiliario), se plantea una reducción de capital por devolución de aportaciones. Distinguiremos dos grandes supuestos.

Reducción de capital por devolución de aportaciones previas

Esta reducción implica una devolución de las cantidades previamente aportadas por los socios o hasta el precio de adquisición. Esa devolución en principio no tributa, lo que es minorar el precio de adquisición de las acciones que ven su nominal reducido.

Se produce un aplazamiento fiscal, además de pasar de rendimiento de capital mobiliario a ganancia patrimonial.

Reducción de capital

Si el importe de la devolución excede el precio de adquisición, a partir de ese punto el exceso se considera rendimiento del capital mobiliario, aplicándose la corrección por doble imposición de los dividendos, y con la retención correspondiente. Tiene su lógica, pues se trataría de devoluciones de capital procedentes de la capitalización de dividendos no distribuidos, por tanto el trato ha de ser equivalente.