Auditoria voluntaria: ¿Qué aporta a la entidad auditada?

Que la Auditoria de cuentas obedece a un requerimiento legal para las sociedades que superan determinadas cifras es algo conocido por todos. Se encuentra regulado en el artículo 263 de la Real Decreto Legislativo 1/2010, de 2 de julio, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley de Sociedades de Capital, que en su apartado 2 indica las circunstancias que deben darse en las sociedades para que sus cuentas anuales no sean revisadas por el auditor de cuentas.

Es importante reflexionar sobre el modo en el que la Ley nos plantea la situación, ya que no ofrece una serie de requisitos que las sociedades deben cumplir para estar obligadas a someter sus cuentas a auditoría, sino que detalla las condiciones eximentes de dicha obligación.

Aunque a priori pueda parecer que el orden de los factores no altera el producto, cabe llamar la atención sobre el reconocimiento de “obligación” general de auditoria que hace la ley en el apartado 1 del referido artículo.

Dicho esto, y teniendo en cuenta que la sociedad puede verse forzada a auditar sus cuentas por otros motivos a pesar de encontrarse exonerada por las circunstancias descritas en la Ley de Sociedades de capital, nos encontramos con la cada vez más frecuente “Auditoría Voluntaria”.

Que la Auditoria de cuentas tiene un coste, es algo indudable, formados no solo por los propios honorarios de la firma de turno, sino también de la disposición de recursos a favor de los auditores, especialmente en la fase de realización del trabajo de campo. Entonces… ¿por qué cada vez se auditan mas entidades de forma voluntaria?

Contar con una cuenta auditadas genera confianza en los usuarios de los estados financieros, pero en muchas ocasiones este no es el principal motivo por el que los órganos de gobierno de las entidades se deciden a dar este paso.

Me gustaría ahondar en el que, a mi modo de entender, es o debería ser, el principal motivo que empuje a una entidad (ya sea una sociedad mercantil o una entidad sin ánimo de lucro) a iniciar este proceso, en el que una vez se meten, es difícil que salgan.

El principal motivo por el que una entidad someta a auditoría sus cuentas anuales debería ser ella misma.

La propia organización de la entidad no puede ser objetiva analizándose a si misma

Los auditores pretendemos alejarnos de esa imagen de señores estirados y trajeados en los que piensa la mayoría cuando oye nuestro hombre. No queremos ser pesados, dar miedo, mostrarnos distantes, ni mucho menos venimos a dejar en evidencia el trabajo de nadie. Podemos llegar a ser verdaderos aliados de las entidades y ser una importante fuente de juicio. Podemos aportar ese punto de reflexión que solo puede aportar un tercero ajeno a la organización. En ocasiones, es necesario ver las cosas desde la distancia para detectar un problema.

El que tiene la información, tiene el poder

A pesar de que pueda parecer que estamos dando trabajo a la entidad a través de solicitudes de documentación e información, es importante poner en valor el trabajo del auditor y verlo como algo positivo. No solo las conclusiones, sino la propia ejecución del trabajo aporta información y conocimiento de la entidad, que no debería ser empleada solo por los auditores, sino también por la propia organización de la entidad. El conocimiento y la información es uno de los mayores activos que puede tener cualquier entidad para la toma de decisiones. Aprovechar esta oportunidad es importante.

Decisiones estratégicas firmes y basadas en datos contrastados y fiables, evitan decisiones tomadas sobre datos “fabricados”

Además de conocimientos generales de la entidad, contar con datos económicos reales y contrastados por un tercero imparcial, profesional e independiente, obtenido de los propios sistemas de información de la entidad y de los procedimientos administrativos y contables aplicados, es una fuente inagotable para la toma de decisiones estratégicas.

La sociedad puede afrontar correctamente los riesgos existentes, pero ¿hace lo suficiente por prevenirlos y verlos venir?

A través de sus procedimientos de auditoría, el auditor dejara constancia de las decisiones tomadas por la organización de la entidad en base a los riesgos identificados. No es importante solo saber si se han tomado respuestas adecuadas en base a lo riesgos identificados por la entidad, sino también si no se han identificado determinados riesgos que puedan tener la consideración de ser significativos. Y lo mas importante de todo, si la entidad se esta haciendo las preguntas adecuadas para identificarlos. La auditoría puede permitir la detección y gestión de riesgos tanto externos como inherentes a la propia actividad de la entidad.

Cuatro ojos ven más que dos

El auditor de cuentas aporta conocimiento y experiencia a la gestión y organización de la entidad. Su trabajo no es juzgar ni buscar culpables, no tiene afán recaudatorio, ni su interés radica en aflorar problemas ficticios, sino en opinar de forma objetiva sobre todo aquello que influye de forma significativa en la información transmitida al exterior por la entidad.

Tener otro punto de vista facilita una actitud abierta al cambio y disposición a la mejora operativa

Aunque la función principal del auditor es emitir un informe con su opinión sobre si las cuentas anuales reflejan la imagen fiel, sus competencias incluyen también sugerencias y recomendaciones sobre aquellos aspectos que considera que influyen, no solo en los datos financieros y económicos, sino también en la toma de decisiones de la dirección, haciéndola por tanto más eficiente.

Todos nos podemos equivocar, lo realmente importante es aprender de los errores

A pesar de que puede resultar obvio, la auditoría voluntaria permite la detección de errores contables. Debemos tener en cuenta que la principal función del auditor radica en opinar sobre si las cuentas reflejan o no la imagen fiel de la entidad, para lo que es necesario trabajar en base a unos parámetros de importancia relativa regulados por las Normas Internacionales de Auditoria. Estos errores, pueden no influir en la imagen fiel de la entidad mostrada en las cuentas anuales, pero ser identificados por el auditor en el desarrollo de su trabajo y ponerlo en conocimiento de la entidad con el fin de que proceda a su subsanación.

Ayuda a retomar tareas que siempre son para mañana

A nivel organizativo y procedimental, la auditoria puede ayudarnos a identificar carencias del departamento administrativo-financiero que pueden subsanarse fácilmente. En ocasiones, el hecho de facilitar determinada documentación interna de la entidad a los auditores, obliga a nuestra propia entidad a elaborarla para tenerla documentada.

Una visión global permite identificar más fácilmente posibles áreas de mejora

A pesar de que no podemos considerar que el auditor es un consultor, asesor o abogado de la entidad, si puede llegar a tener una visión más completa que cualquier de estos profesionales, al no reducirse su trabajo a un área o departamento concreto de la entidad. Es por ello que puede colaborar con la entidad en la identificación de determinadas contingencias que esta podría haber pasado por alto.

Por si esto no fuera suficiente, es importante resaltar el hecho de que el carácter voluntario de la auditoria solo puede traer beneficios, ya que es precisamente eso: voluntaria. Es decir, se hace sin ninguna otra intención que mejorar de forma deliberada y pone de manifiesto el carácter afable y dispuesto de la entidad frente a terceros.

Estos son solo algunos de los motivos, por los que toda entidad debería plantearse someter sus cuentas a auditoría voluntaria, en caso de que esta no sea ya obligatoria por requerimientos legales, sin embargo estos son tan dispares como entidades que deciden someterse de forma intencionada a este proceso sin que ningún requerimiento les obligue a ello.